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Foto del escritorAna Gudiño

Si nadie te quiere acompañar vete solo, ya encontrarás personas en el camino.

Llevo 1 año exactamente adentrada en el mundo de los viajes con causa, escuchando testimonios de personas que han hecho este tipo de viajes, también platicándoles a personas que se quieren unir a los viajes con causa, sintiéndome orgullosa cada vez que escucho el impacto social que creamos en comunidades y en viajeros, y siento algo en el corazón tan bonito saber que "desde mi trinchera" como decimos en Mexico (desde mi lugar), estoy ayudando y poniendo mi granito de arena para que todo esto sea posible, gracias a ser parte del equipo de Ventas de Travelers With Cause.


1 año de estar escuchando todo esto, de confirmar que si trabajamos en equipo, poco a poco, podemos hacer de este mundo uno mejor, mas bonito, uno con más amor, hasta que llego el día tan esperado que me tocó vivir mi propia experiencia con TWC.


No les voy a mentir, desde el principio yo sabia que esta ruta iba a ser un parteaguas en mi vida.

Yo ya había escuchado el impacto que creábamos, ya había escuchado a personas que

habían hecho esto, que regresaban felices, con ganas de mas, con ganas de seguir en causas sociales, pero wow, vivirlo fue algo que me hizo reafirmar lo que ya sabia, que en TWC creamos MAGIA.


Para los que no saben como funcionan las rutas de TWC, funcionan de la siguiente manera:

Nosotros juntamos 2 pasiones muy grandes que tenemos, la primera es la de viajar, la de conocer nuevas culturas, nuevos lugares, aprender de cada lugar al que visitamos, y la segunda es nuestra pasión por el servicio social, entonces la ruta se divide en 2 partes, la primera el voluntariado y la segunda la aventura.

Mi ruta fue Pura Vida Costa Rica, la elegí por 2 razones muy importantes, la primera, el Rubro Social, aquí la parte del voluntariado me FASCINA, desde muy chiquita he trabajado de la mano con niños pequeños, en campamentos, actualmente soy maestra de inglés, entonces estar con niños, es algo que me emocionaba demasiado.

La parte de la aventura me emocionaba muchísimo, porque yo soy una persona super extrema, me encanta la adrenalina, y en Costa Rica que mejor que hacer cosas extremas.


Y así fue como un 1ro de Abril que me subí al avión camino a Costa Rica, sin saber lo que me esperaba, pero eso sí con mucha emoción y muchas ganas de vivir estos 15 días como nada en el mundo!


Estaba algo nerviosa porque éramos 17 personas en el grupo y de esas 17 personas, NADIE se conocía entre sí!. Llegó el momento de conocer a las personas con las que iba a convivir 2 semanas enteritas y aquí algo quiero decir es que, lo que MAS me gusto de este viaje, fue como conecté con estas personas, somos tan diferentes, cada uno con personalidades distintas, pero había algo que nos unía, y eran esas ganas inmensas de vivir, de no conformarnos, de salir de nuestra zona de confort, de viajar, de poner nuestro granito de arena, todas estas cosas en común fueron las que hicieron que nos volviéramos una familia.


Me encantó encontrar personas tan parecidas a mi, que si decíamos vamos a ver el amanecer a las 5 am o vamos a hacer yoga tempranito antes de las actividades, vamos a hacer rafting, vamos a meternos al mar a las 10 de la noche a ver la bioluminiscencia, vamos al Starbucks mas bonito del mundo, aunque falten 2 horas para tomar nuestro vuelo de regreso a casa, Todo, absolutamente todo, con estas personas era un SI, esto me hizo volver a recordar que, solo hay que confiar en la vida y las personas correctas llegaran a ti, aquí hay una frase que identifico mucho, y es la de "Si nadie te quiere acompañar, vete solo", ya encontrarás personas en el camino, y así fue…

Empezamos la aventura con tirolesas en medio de la selva, cuatrimotos por el volcán arenal, aguas termales en medio de la nada, bajar 500 escalones para ver la cascada mas hermosa del mundo (Catarata la Fortuna), para después volver a subir esos 500 escalones (valió la pena completamente el cansancio), y cabe decir que todo esto con un clima super cambiante, hacia calor, pero llovía cada 5 minutos, salía el sol, volvía a llover, había neblina, se quitaba, pero todo esto hizo que la experiencia fuera aun mas mágica de lo que ya era por si sola.


Hubo una actividad que quiero contarles mas a detalle, el rafting; ok, yo les había contado al principio de este blog que soy una persona muy aventurera, y muy extrema y siempre digo que si a todo, si algo me daba miedo en esta vida, era hacer rafting, me daba un poquito de cosa, caerme en el agua y pegarme en la cabeza con una roca, o sacarme un diente jajajaj, entonces yo estaba dudando un poco si hacerlo o no, hasta que vi a toda mi familia de viajeros animarse a hacerlo, que pensé, no me puedo quedar atrás, claro todos teníamos miedos, pero aprendí aquí algo muy importante, la vida no se trata de no tener miedos, mas bien es de sentir al miedo y decirle hazte para un lado, estas ahí conmigo pero no voy a dejar que manejes esta situación, y aún y con el miedo, atrevernos a hacer las cosas, no hay mejor sensación que sentir miedo y emoción por algo, es ahí cuando tenemos que animarnos.


Después de una semana llena de aventura, adrenalina, playa, perezosos, monitos aulladores, iguanas, amistades nuevas y mucho mucho amor, llego la segunda parte de la ruta: el Voluntariado. Después de 6 horas de camino desde Manuel Antonio, a la comunidad de Potrero, Guanacaste, llegamos al lugar donde puedo decir que íbamos a llamarlo casa por 1 semana.


Desde el principio me di cuenta que todas las personas del pueblito, eran las personas mas amables que había conocido en el mundo, felices, llenos de amor, parte del grupo nos quedamos en unas cabinas súper lindas, y otra parte del grupo se hospedó con familias locales. A mi me toco convivir con la Señora Juanita, una mamá local de la comunidad que nos cocinaba delicioso, y además se preocupaba mucho por nosotros y muy simpática siempre nos hacia la platica, hasta nos llevó un día a la playa mas bonita del mundo (comprobada) Playa Conchal.

Y fue así como empezamos nuestro voluntariado, trabajamos de la mano con una organización que ya lleva varios años en Potrero, que se encarga de utilizar el poder de la educación en todos los aspectos, para así poder desarrollar habilidades en los niños, para asegurar un mejor futuro para ellos mismos y sus familias.


Cada día de la semana, nosotros planeamos diferentes actividades, de arte, ingles, deporte, danza, y así los niños pudieran tener un poquito de todo, siempre con nuestro lema de la semana que era "Menos violencia, mas Paz".


Y así fue como me encariñe de cada uno de los niños de la comunidad, cada uno tan peculiar, con diferentes habilidades, diferentes formas de ser, pero todos muy muy especiales.

Hubo algo que me marcó mucho y fue que al platicar con unas de las familias locales que nos hospedaban, nos contaron que hace muchos muchos años, fueron 2 voluntarios de la misma organización, a enseñar inglés, ellos se quedaron por unos meses en Potrero y fue así como algunos niños de la comunidad aprendieron un poco de inglés. Años después una de las niñas que aprendió inglés con estos voluntarios, aplicó para un trabajo de Enfermería en la Marina de Costa Rica, de muchos muchos aplicantes, fue ella quien se quedo con el trabajo, ya que querían alguien que pudiera hablar Inglés. Y la persona que nos platicó esto, fue la mamá de la niña que obtuvo el trabajo, y nos lo platicó con un amor y orgullo hacia su hija, que me quedó claro que lo importante sobre el impacto social, es impacto que se genere a través de los años no solo en ese momento, y mi corazón no pudo estar mas lleno.

Terminó mi semana de voluntariado, despidiéndonos de los niños, de las familias, del mar, del pueblito, y reafirmé que todo lo que hacemos, si tiene una razón y que estoy orgullosa de ser parte de este equipo, y regresé con muchas ganas de seguir aportando, de seguir con causas sociales, de seguir viajando, de perseguir mis sueños, agradecida con el universo, de haberme traído hasta acá, y sabiendo que la comunidad dejó algo muy especial en mi.


Costa Rica fue para mí un lugar lleno de amor, de naturaleza, de amigos, de sentirme auténtica, de sanar, de aprender, de trabajar en equipo, Costa Rica dejo en mí un sentimiento tan grande y tan increíble, que les juro no tengo palabras para explicar.

Y si es cierto lo que dicen, una vez que empiezas con esto, no paras.

Gracias Travelers With Cause, por esta increíble experiencia que viví, que llevare en mi corazón por siempre y por la gente tan increíble que conocí en el camino. - Jess Gebara



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