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Mi vuelta al mundo con TWC

Desde que estaba en preparatoria uno de mis anhelos más grandes en el corazón era tener la oportunidad de ser voluntaria internacional.

El sueño se volvió una realidad en julio del 2018 cuando emprendí mi primer viaje a Kenia, Africa. Desde ese momento, mi vida dio un giro completo. El ser voluntaria por dos semanas me hizo ser consciente de la gran capacidad como seres humanos que tenemos de amar, entregarnos, ser felices y trabajar en equipo.

Durante este viaje tuve de todo: preparé talleres y actividades con mi equipo de voluntarios, bailé hasta que los pies no aguantan con la tribu del masai mara, vi animales en medio de la sabana, aprendí de personas locales, viví una introspección muy bonita, me reí hasta llorar, disfruté de playas, paisajes y atardeceres inolvidables, probé platillos típicos y no tan típicos jajaj entre muchas cosas más…


Todo lo vivido en esta primera experiencia en el extranjero me hizo darme cuenta de que quería que mi vida y trabajo después de graduarme de universidad me permitieran hacer algo muy especial:


Hacer el camino del amor más fácil para otras personas.

Y así fue como empezó mi locura de darle la vuelta al mundo con TWC…


Al regresar de África comencé a trabajar con el equipo de Travelers with Cause. Juntos continuamos desarrollando nuestro sueño de lo que queríamos que fuera esta empresa social e invertíamos muchas horas para lograr diferentes programas alrededor del mundo que sumaran fuerzas en diferentes causas sociales.


Para mi, TWC es un puente entre: países únicos con organizaciones sociales preciosas y personas que tienen un deseo de servicio y un espíritu aventurero. Por lo mismo, trabajar aquí para mi representó justo cumplir un propósito más grande: que a través del viaje y voluntariado las personas que vivieran estas experiencias pudieran amar más.


Mientras trabajábamos en todo este proyecto de Travelers with Cause tuve regalos increíbles como regresar a Tanzania y Kenia el año siguiente en verano del 2019. Y esta experiencia de regresar, me hizo ser testigo de que hacer voluntariado implica una responsabilidad enorme. No únicamente es ir y disfrutar, sino ser consciente de las consecuencias que tiene el que tú estés ahí y el seguimiento y cuidado que debemos de tener al trabajar en equipo por causas sociales.


Después, en el invierno del 2019, viví un voluntariado en Myanmar y un viaje por Tailandia que me hizo descubrir la riqueza cultural y diversidad que hay en el mundo. Reforcé los grandes aprendizajes que obtenemos al salir de nuestra burbuja y conocer distintas realidades.


Al año siguiente y después de terminar la pandemia, viví un acercamiento con la comunidad de Cuper Bajo en el proyecto de Experiencia Inca, gocé de la comida peruana y caminé por la laguna de humantay, machu picchu, el abra salkantay y en resumen con todos estos lugares: me enamoré más de nuestro mundo…Creí que ya estaba muy enamorada del mundo hasta que este año tuve el regalo de conocer el que hasta ahora, es mi país favorito. Tuve la oportunidad de descubrir paisajes del proyecto de Experiencia Nórdica y wow. Islandia se robó mi corazón y cada uno de los días que gocé con este programa lo único que me hicieron fue repetirme: el mundo es increíble y hay MUCHO por descubrir.


El conectar con tantas personas increíbles, vivir momentos llenos de risas y emociones, descubrir todos estos lugares nuevos me ha hecho quien soy hoy y me ha permitido reafirmar constantemente que la vida se trata de entregarse, de ser felices y de dar el sí a gozar la vida y las oportunidades que se presentan.


Te invito a ser muy consciente de los sueños que tienes en tu corazón y a trabajar por conseguirlos todos los días con mucha alegría, amor y gratitud y créeme que la vida te sorprenderá…




Elisa Cuellar

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