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Filipinas: una felicidad que se contagia

Actualizado: 24 oct 2022

Mi primer voluntariado, un viaje lleno de memorias, recuerdos, experiencias, enseñanzas y personas increíbles. Un viaje que definitivamente me cambió la vida y que llevaré conmigo siempre.

La idea de hacer un voluntariado nació porque mi mejor amiga y yo queríamos viajar solas, pero no queríamos que fuera solamente un viaje, sino dejar nuestro granito de arena en el lugar que fuéramos a visitar.

Nos platicaron de Travelers with Cause y fue como encontrar justo lo que estábamos buscando ya que podíamos hacer el voluntariado y después viajar. A la hora de decidir nuestro destino no fue fácil, ¡queríamos ir a todos! Nos decidimos por el proyecto en Filipinas; siempre me ha encantado convivir con niños chiquitos y al ser Filipinas un proyecto educativo, dije definitivamente eso es lo que quiero hacer.


Nos organizamos y de un día para otro ya estábamos en el aeropuerto, llegamos a nuestro destino y de pronto llegamos a la fundación en donde íbamos a estar trabajando, Rise Above.


Durante los 10 días estuvimos realizado actividades en la comunidad como clases para los niños, recolección de basura, clases a las madres, un feeding a toda la comunidad, juegos, bailes y, sobre todo, muchas risas.


Algo que verdaderamente me impresionó fue eso, aún con lo poco que había en esa comunidad, la manera en que vivían; nunca dejaban de sonreír. Eso hizo darme cuenta de lo poco que necesitamos para ser felices y ahí entendí que lo material no es permanente, lo cual lo hace indispensable. Las risas, los recuerdos, los momentos, la convivencia, bailar, lo demás sale sobrando.


Es inexplicable lo que sentía el saber que tu presencia ahí era felicidad para ellos, y definitivamente su presencia se convirtió en la mía. Era muy impresionante la satisfacción que sentía al final del día, el entender qué la que terminó aprendiendo algo fui yo también, y es algo que valoro mucho. Fueron 10 días, que, aunque fueron muy pesados, se me pasaron volando y de pronto llegó el día que teníamos que regresarnos.

Sabía que la despedida iba a ser difícil, y así lo fue. Ese sentimiento de frustración de que 10 días terminaron siendo muy poco y entender que no iba a volver a ver a esas personas que se volvieron tan importantes para mí. “Ate Ale please don’t leave” “Promise me you’ll come back”, definitivamente me partió el corazón. Un viaje lleno de todo, pero sobretodo, lleno de aprendizajes.


Aprendí a valorar, agradecer y sobre todo aprendí a ser feliz, ahí sin tener nada me di cuenta que lo tenía todo.


Un viaje que me ayudó a encontrar la mejor versión de mí y por eso estoy eternamente agradecida, gracias Travelers por darme la oportunidad de vivir la mejor experiencia de mi vida.


Ale Recio


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