He tenido la oportunidad de viajar a distintos lugares durante toda mi vida, y claro que el ir a conocer nuevos lugares, traen buenos y malos momentos. Pero el momento en el que vas de regreso a casa, en carro o en avión en el cual tu cabeza comienza a enseñarte todo eso que paso, casi que como una película.
Siempre he dicho que los ojos son la mejor cámara, porque se quedan en ti todos los momentos, y lo mejor de todo es que todo esto se queda en ti y en nadie más. Hablando personalmente, tuve la gran suerte de vivir en el extranjero durante un año, para ser exacta, estuve estudiando en Canadá en un lugar llamado Hamilton. Y existe un sin fin de aprendizajes que llevo dentro de mi.
Pero más allá de lo aprendí o de lo que viví. Adoro la sensación de ver cómo he cambiado yo como persona, mis sueños, mi perspectiva y hasta mi personalidad. Creo firmemente que la mejor manera de madurar y entender tu camino es viajando, en familia o sola, aunque estar sola es algo más retador pero trae mejores recompensas. Recuerdo mis primeros momentos de Canadá perfectamente, esa sensación de miedo y emoción, el no saber qué iba a pasar durante tanto tiempo, me aterraba. Claro que adaptarme fue un reto pero al pasar el tiempo, empecé a crecer como persona.
Empecé a crear mi futuro y vi la manera de conseguir mis sueños. Al regresar a casa tuve mi momento de nostalgia y tristeza, pero caí en cuenta del cambio que había hecho en mi, el estar sola. Le agarre cariño a viajar por cada aprendizaje que me dejó y por los miedo que rompía día a día, mi recomendación es que vayas a cualquier lugar del mundo que desees y te encuentres a ti mismo.
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